Mientras me encontraba en la apacible costa, una sensación de tranquilidad y desilusión se apoderó de mí. Después de revisar detenidamente los pronósticos meteorológicos, una vez más me sentí decepcionado porque, en lugar de la brillante luz del día, había nubes bajas y muy poca luminosidad.
A mi alrededor, la playa parecía estar cubierta por un denso velo de nubes bajas, creando una atmósfera casi mágica. Las olas chocaban suavemente contra la orilla, en lugar de lo que hubiera deseado, y apenas perturbaban la quietud. Pensé en abandonar la sesión, pero después de examinar la escena, concluí que este era el lugar perfecto para un viaje al mundo de la fotografía artística, donde tenía la intención de experimentar con exposiciones prolongadas para capturar la esencia de este momento.
La decisión de abrazar los elementos
A pesar de la iluminación tenue y la suave monotonía de las olas, sentí cierta emoción creciendo dentro de mí mientras tomaba y revisaba mi primera imagen. Había una belleza inherente en los tonos tenues y la falta de dramatismo inmediato en la escena. Sabía que quería capturar este sentimiento y, ¿quién sabe?, quizás traducirlo en una obra de arte visual.Habiendo tomado ya mis filtros, comencé mi búsqueda. La decisión de utilizar estos filtros no fue solo técnica; fue una elección creativa. Quería extender el tiempo de exposición más allá de lo que normalmente haría, permitiendo así que los movimientos sutiles del agua y las nubes se desdibujaran en un estado casi onírico. La intención era difuminar las líneas entre el mar y el cielo, creando una transición perfecta entre los dos elementos. Con este desenfoque intencional, pretendía evocar una sensación de atemporalidad, un momento congelado pero también fluido.
Elegir el tiempo de exposición
Mientras preparaba mi cámara, reflexioné sobre el tiempo de exposición que mejor transmitiría la tranquilidad de la escena. Si bien las exposiciones más cortas podrían haber capturado los detalles con mayor nitidez, me atrajo la idea de exposiciones prolongadas que pudieran enfatizar los delicados movimientos del agua y las nubes. La duración de las exposiciones fue crucial; tenía que ser lo suficientemente larga para crear el efecto deseado, pero no tanto como para que la escena perdiera por completo su conexión con la realidad.Me decidí por exposiciones de dos minutos como punto óptimo. Esta duración permitió suficiente tiempo para que las olas crearan un hermoso efecto brumoso mientras interactuaban con la orilla, difuminando sus distintos bordes. Lo que necesitaba estar seguro aquí era enfocar correctamente. Usando el enfoque máximo, pude ver exactamente dónde estaba el plano de enfoque antes de colocar mi filtro de 10 pasos.
Adoptar una estética de alto nivel
A pesar de que la idea de «sacar los aspectos más destacados» intencionalmente puede parecer contradictoria, fue mi elección deliberada amplificar la calidad etérea de la escena. Con las densas nubes difundiendo la luz, había una luz suave que envolvía la escena. Al permitir que los reflejos se mezclaran con este suave resplandor, mi objetivo era crear una estética de alto nivel que realzara la atmósfera de ensueño.El desafío aquí fue equilibrar los aspectos más destacados con la conservación de algunos detalles en las formaciones rocosas minimalistas que iban a ser los puntos focales de la composición. Quería que las rocas fueran testigos estoicos del paso del tiempo, casi como si fueran guardianas de este espacio tranquilo. Después de algunos intentos, estaba en el camino correcto y ahora emprendí mi nueva aventura.
El arte de la composición
Con mis ajustes configurados, centré mi atención en la composición. Quería crear una imagen que fuera visualmente atractiva y potencialmente evocadora emocional para el espectador. La regla de los tercios parecía demasiado rígida para esta escena; en cambio, opté por un enfoque más fluido. Colocar las formaciones rocosas más cerca del borde del encuadre permitió que el ojo del espectador vagara a través del espacio negativo, perdiéndose en la extensión de la playa y la suave fusión del mar y el cielo. He dicho antes que las reglas de composición no deberían ser reglas, sino más bien herramientas, y esta fue una oportunidad perfecta para practicar lo que predico como tal.
Lo que vi a través de mi lente versus lo que capturó la cámara
Mientras iniciaba la sesión de fotos, sentí cómo el tiempo se detenía ante mis ojos, esperando ansiosamente el resultado de mi trabajo. Las olas del mar se fusionaban con la costa, creando un baile hipnótico que me cautivó por completo. Las nubes decoraban el cielo con sus formas caprichosas, pero yo decidí sobreexponer mis tomas para centrarme en otros aspectos.
La pantalla LCD de mi cámara me mostró una revelación tras otra al revisar las imágenes capturadas. Los reflejos intencionales que había plasmado en ellas no disminuyeron su impacto, sino que lo aumentaron, creando un aura mágica y enigmática en la escena. Las rocas, con sus sutiles detalles, anclaron la composición y las luces que se desprendían de ellas crearon un espacio negativo que sumó a la belleza general.
En conclusión, mi experiencia en la fotografía artística fue un viaje de creatividad y contemplación. La definición de los libros de texto de fotografía artística es: «la fotografía artística es la expresión artística a través de fotografías, que trasciende la realidad para evocar emociones y narrativas». A través de elecciones intencionales en el tiempo de exposición, la composición y la aceptación de los elementos, pude capturar el delicado equilibrio entre la realidad y la ensoñación.
Me di cuenta de que la fotografía de paisajes no se trata únicamente de destreza técnica; se trata de contar historias, emociones y la perspectiva única del artista. Se trata de superar los límites, aceptar las imperfecciones y buscar la belleza en los detalles más sutiles. ¿Tienes alguna opinión sobre mi experimento? Si eres un fotógrafo de bellas artes, me encantaría conocer tu perspectiva sobre lo que es la fotografía artística.