Desde el siglo XIX, cuando el invento del daguerrotipo comenzó a asombrar a los franceses, Cuba no se quedó atrás. En la Isla se asentaron fotógrafos extranjeros que impulsaron la práctica fotográfica.
En conmemoración del Día Mundial de la Fotografía, repasamos algunos sucesos que posicionan a Cuba entre las primeras naciones del mundo en la difusión del arte fotográfico.
La primera instantánea tomada en la Isla es una vista de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. La imagen fue captada por Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Fernández de Santillán, hijo del entonces Capitán General de la Isla y data de 1840. Tan solo había pasado un año desde que Louis Daguerre presentara, en 1839, ante la Academia de Ciencias de Francia el daguerrotipo y dejara a medio mundo boquiabierto.
El periódico Noticioso y Lucero publicó el 5 de abril de 1840 una nota reseñando el acontecimiento. El texto refiere que parte del equipo que Téllez-Girón había hecho traer de París llegó destrozado, pero había sido reparado en Cuba por Luis Casaseca. La realización del daguerrotipo fue un espectáculo presenciado por autoridades y curiosos. Lamentablemente, la imagen no se conserva.
La fotografía ha recorrido un camino no solo marcado por los avances tecnológicos, sino también por la emoción e inspiración de sus creadores. En Cuba, la fotografía ha sido utilizada como herramienta para documentar la historia y la cultura del país, así como para expresar las emociones y sentimientos de sus artistas.
En Cuba se abrió el segundo estudio de retratos al daguerrotipo del mundo y el primero de Hispanoamérica. En 1841, el daguerrotipista estadounidense George Washington Halsey inauguró la galería.
Halsey, dueño de una academia de dibujo y caligrafía, aprendió sobre la popularidad del daguerrotipo en Nueva York, donde decidió aprender la técnica y adquirir un equipo que trajo a la Isla.
La sede del estudio quedó abierta el 3 de enero de 1841, en la azotea del Real Colegio de Conocimientos Útiles, en la calle Obispo №26, entre Cuba y Aguiar. Con esta galería, Cuba se adelantó a la propia nación francesa, donde había visto la luz el invento de Daguerre.
Desde mediados del siglo XIX, luego de la introducción de la fotografía en el país, una calle de la otrora Villa de San Cristóbal de La Habana se llenó de establecimientos dedicados al arte de fijar imágenes: O’Reilly. La calle se convirtió en un centro para estudios, galerías, laboratorios y comercios fotográficos. El auge de estos negocios fue tal que O’Reilly fue conocida popularmente como «la calle de los fotógrafos».
Entre los estudios más famosos estuvieron los de Samuel Alejandro Cohner, Agustín Zéndengui y Esteban Mestre Aulet. A día de hoy, se conservan retratos familiares y también de figuras de la historia cubana, como Máximo Gómez, Manuel Sanguily o Juan Bruno Zayas tomadas en esos establecimientos.
La historia de la fotografía en Cuba la encabeza la española Encarnación Irástegui, quien fue la primera mujer fotógrafa en la Isla. Encarnación estaba casada con el daguerrotipista gallego Pedro Arias y ambos trabajaban en su estudio ubicado en la popular calle O’Reilly.
Incluso después de la muerte de su esposo en 1855, Encarnación continuó trabajando en el estudio junto a su hijo Vicente. Con ella, por primera vez, la prensa de la época comenzó a referirse a las viudas de fotógrafos que mantenían el oficio.
Además, Encarnación fue la única mujer reconocida como retratista al daguerrotipo en el Anuario General del Comercio, de la Industria y la Administración de La Habana, en su primera edición en 1859. El registro lo completaban 14 hombres más.
El trabajo de Encarnación fue reconocido en varias ocasiones por el Diario de la Marina, quien aseguraba que lograba excelentes retratos.